Texcoco, México.- (Texcoco Mass Media).- A los índices de inseguridad que privan en amplias zonas del corredor Los Reyes – Texcoco – Ecatepec – Teotihuacan, ahora hay que agregar la marginación y exclusión de jóvenes en temas relacionados con familia, ciudadanía, empleo, salud y educación.
¿De qué viven los jóvenes? Formulé al rector de una universidad asentada en el municipio de Texcoco, su respuesta fue: de lo que le aportan sus padres, el Estado y a veces su trabajo. Sin embargo, no pudo responder cuando le expuse que más del 20% de ellos viven con el 60% del salario mínimo general de la zona. ¿Problema multidimensional?
El desempleo juvenil es uno de los rostros de la exclusión social. Para César, un joven talento, graduado como contador de una universidad pública local, no hubo de encontrar empleo hasta después de varios meses de dejar su curriculum en diferentes sitios, al final fue contratado como mesero, desde donde despacha en jornadas de más de 10 horas, con el salario mínimo, sin prestaciones, lo que lo lleva a realizar un trabajo esmerado en la atención para recoger mejores propinas.
Julio y Diana son otro caso de exclusión familiar. Ambos de veinte años, fueron llamados una tarde a la dirección de la universidad donde cursaban su carrera, para informarles que ella no podía continuar porque presentaba ya un embarazo y para no ponerla en riesgo, la suspendían hasta en tanto no diera a luz. Ella tuvo que aceptar lo del embarazo pero no la decisión de ser suspendida. La familia de ambos acordaron no aceptarlos más en su seno, dejándolos en el abandono total. Después de algunos días de vivir en casa de unos amigos, ella se ocupó como mesera con salario mínimo y sin prestaciones y él como despachador de gasolina, teniendo solamente como pago las propinas.
Estos tres casos dan cuenta por si mismo de la exclusión juvenil sin que los órganos del Estado intervengan para mejorar la vida laboral y educativa de los jóvenes. ¿Por qué Diana fue suspendida? La suspensión atendió a dos criterios, de acuerdo a los comentarios de dos profesores, que por razones obvias piden guardar su identidad. El primer criterio atendió a que hubiera llamado la atención de propios y ajenos y se descubriera que un alto porcentaje de las alumnas mantienen relaciones con los riesgos que ello conlleva, y que esa universidad, como casi todas, no tienen un programa de orientación y apoyo a temas de sexualidad, a pesar de tener una partida para este tipo de programas. El segundo criterio fue que los dos chicos provienen de familias muy pobres y exigirían una póliza de seguro universitario, lo que no están dispuesto a dar, cuando menos, en esa casa de estudios.
Han transcurrido más de dos años, la familia de ambos los ha excluido de todo proyecto. Al abrazar una nueva fe, aún dentro del cristianismo, han sido excluidos también del ámbito social de su entorno, donde todos son católicos. Exclusión que los ha llevado a migrar a otro estado del país, han encontrado un empleo y tienden a construir su familia y a profesar la fe que para ellos es la mejor.
Estos tres casos para los gobernantes no llaman la atención, aseguran que hay miles de ellos y por tanto no puede ser considerados como ejemplos de exclusión social. Fernando Sánchez, consejero del Instituto para la Formación Familiar, asegura que dentro de las comunidades rurales la exclusión es muy alta, No es necesario ir a la sierra, en las zonas urbanas de Ecatepec, Chimalhuacán, Texcoco, Acolman, Otumba, podemos encontrar decenas de casos de exclusión social.
Sánchez, egresado de la carrera de derecho y con una especialidad en temas de redes sociales urbanas, afirma: la inclusión social comprende la igualdad de acceso al mercado de trabajo, a la educación, a la salud, al sistema judicial, a los derechos, así como a la adopción de decisiones y a la participación, lo que en amplios sectores de la sociedad en nuestra región no se dan.
Los jóvenes en riesgo de exclusión social tienen una amplia experiencia de fracaso escolar y personal. En algunos núcleos de población de localidades de Los Reyes, La Paz hasta Ecatepec y Otumba, miles de jóvenes dan cuenta de este fenómeno que los ha dejado de lado de los sectores más desarrollados.
Decenas de esos jóvenes excluidos buscan una manera de sobrevivencia, viven pensando en la ley del más fuerte, por eso, afirma Alfonso del Moral, tenemos en la región expresiones tan marcadas de desigualdad y exclusión, que hoy día hay familias en viviendas sin drenaje, sin agua potable, sin energía eléctrica, que podemos esperar como sociedad de los jóvenes que nacen y viven en esas condiciones francamente opuestas a colonias donde tienen todos los servicios.
María del Carmen Aceves, asegura que de no asumir los gobiernos pautas de integración reales, los jóvenes seguirán siendo excluidos de las grandes decisiones y los grandes temas. A los jóvenes no se les educa para ser ciudadanos comprometidos ni con ellos mismos. Los jóvenes se sienten decepcionados cuando observan como los gobiernos no tienen programas destinados a su mejoramiento social, cultural, político y económico. La credencial del IFE no los hace ciudadanos, la ciudadanía hay que construirla desde la escuela y sobretodo con amplios programas gubernamentales de orientación, formación y capacitación de jóvenes que por una u otra razón están ya marcados por el fracaso escolar y personal.